enero 14, 2011

¿Dónde se compra la objetividad?

Tengo una maldición.

No una de esas que matan maridos nomás firme el acta yo. Ni de esas que te sacan barros. Ya quisiera una maldición chingona, pa divertirse, pa sentarme en un puente con la amenaza de ir a lamer el asfalto. Ya divago. La objetividad se me escurre de las manos y no tengo p*ta idea de donde compro mas. Whatever. Me salgo del tema verdá? Ya no sé, no sé. Entre platicas cuchas con mi alter ego me doy cuenta de que quiero llorar, pero una afección anatómica me lo impide, rió y no me sabe.

Ay maldición, será que apenas convoco el nombre de una mujer en mis adentros; empiezo a perseguir a la niña pequeña que quiere seguir jugando, corro a perseguirla con cuchillo en mano...decidida a quitar esos hierbajos malignos, más el problema es parte del encanto, corto el moho...y me llevo una parte sana. Me amputo a mi misma. A la poesía, a la música, al arte perdido de andar.

Maldición. La maldición. Mi maldición.